miércoles 6 de noviembre de 2024

Que sus resoluciones de año nuevo funcionen

Que sus resoluciones de año nuevo funcionen

Que sus resoluciones de año nuevo funcionen

Es común planteárselas a lo que inicia un nuevo período. Le indicamos lo que puede hacer para que no fallen. 

Está por terminar el 2024 y, con la cercanía del fin de año, comienzan las evaluaciones, mediciones y reflexiones sobre lo que concretamos o no, de los sucesos vividos, las decisiones tomadas y los contextos que sirvieron de marco para nuestra vida durante los 12 meses anteriores. 

Esta época está impregnada de sensaciones de nostalgia y, al mismo tiempo, de alegría y expectativa por comienzos nuevos, oportunidades que se presentan o que se construyen y una renovada alegría y optimismo, porque somos conscientes de que, aunque algo termina, también algo bueno puede comenzar. Todo está por suceder. 

En nuestra consulta terapéutica, en estas fechas, las personas suelen coincidir en su sensación de que el tiempo ha pasado muy rápido, lo que a veces es vivido con angustia y otras no es más que una constatación de que, a pesar de los esfuerzos realizados, no se han podido concretar cosas. Quedamos en deuda con nosotros mismos o con los demás.

Sin duda, finalizar un año, que es finalizar un ciclo, lleva a muchas personas a realizar búsquedas que permitan tener mayor constancia para la consecución de los objetivos planteados o que ayuden a renovar el entusiasmo para concretarlos.

En esta entrega, quisiéramos proponerles algunas ideas que permitan, confiamos, clarificar, qué hace que fallen los propósitos o resoluciones de año nuevo y, al mismo tiempo, que puedan contribuir a plantearse objetivos que se concreten de manera positiva.



Cuánto de lo que nos proponemos se cumple

Un propósito es el objetivo que una persona se plantea y que requiere un tiempo para su consecución. Los propósitos son casi siempre individuales, y, por lo general, requieren esfuerzo y motivación. Por ello, el finalizar un ciclo o iniciar otro es un contexto en el que las personas buscan cambios y transformaciones. De ahí surgen los propósitos u objetivos para el nuevo año.

Los propósitos son fáciles de establecer. Los más comunes, sostiene el estudio presentado en US News and World Report en 2022, son bajar de peso, hacer más ejercicio, ahorrar dinero y dejar de fumar. Suelen ponerse en práctica rápidamente y con una inversión de esfuerzo grande, lo que lleva a que, en breve lapso, “la pila se agote” y se renuncie a continuar. 

Estudios realizados en los Estados Unidos plantean que la tasa de fracaso de los objetivos de año nuevo es del 80% y que la mayoría de las personas pierden su motivación a las pocas semanas de iniciado el mes de enero, lo que muchas veces tiene consecuencias emocionales, como el sentirse mal o hacerse autorreproches.  

No siempre estar en el momento oportuno para tomar una decisión implica que tengamos el empuje, las ganas y la capacidad de llevarla adelante.

Por lo general, los propósitos de año nuevo fracasan porque estas razones:

  1. Se proponen objetivos sin una evaluación previa de las capacidades, el tiempo y el esfuerzo que alcanzarlos requiere. Es como si se tomara el propósito a la ligera, sin tomar en cuentas circunstancias que conocemos o siendo poco realistas sobre las capacidades propias.
  2. Se proponen objetivos inalcanzables, fuera de lugar o que no están acordes a los contextos socioeconómicos o relacionales en los que las personas viven. No se trata de conformarse, sino de conocer (reconocer) el entorno y las circunstancias específicas en las que las personas se desenvuelven.  
  3. Se proponen objetivos sin tener en cuenta un plan. Es decir, se piensa que con proponerse algo basta para conseguirlo (como si se tratara de una mala película de Hollywood) y no se busca estrategias, no se planifica y no se busca apoyo (emocional, por ejemplo) para mantener la motivación.



Cómo lograr los propósitos de año nuevo “sin morir en el intento”

No es nuestra intención, ni lo hacemos en nuestra consulta terapéutica, dar recetas o consejos. Sin embargo, a continuación, planteamos algunas pautas, surgidas de la observación, investigaciones y la propia práctica clínica, que algunas personas ponen en práctica para mantener la motivación, el impulso y concretar los propósitos que se plantean al principio de un nuevo año.

  1. Hacer una evaluación previa. Esto no significa tomarse todo un año para evaluar las capacidades, contextos y posibilidades. La evaluación está relacionada con el repaso de lo sucedido durante el año que termina. Es un ejercicio importante y necesario, con una mirada autocrítica (que no implica que sea severa) y realista de las decisiones, acciones y/u omisiones de los últimos 12 meses.
  2. Realizar una planificación, que permita evidenciar pequeños logros relacionados con el objetivo final. Se trata de ubicar, en el calendario, hitos que, al alcanzarlos, den la sensación y permitan reconocer el camino recorrido.  Es buena idea ubicar fechas concretas para hitos específicos.
  3. Plantearse objetivos concretos, medibles y visibles para la propia persona y para su entorno. Una de las razones que lleva a abandonar los propósitos de inicio de año es, justamente, que se diluyen y que no nos es posible reconocer cuando se avanza.
  4. Buscar compañía y apoyo. Es buena idea tomar en cuenta a otras personas cercanas para la consecución del propósito que se quiere plantear. La presencia de otro, el sentirse acompañada/o motiva, ayuda y fortalece las relaciones.  Además, la otra persona es un testigo a favor, que alienta, estimula, motiva y se alegra con los logros que se van alcanzando.
  5. Darse permiso para descansar, fallar, ser flexible y tomar impulso. Los propósitos que se concretan requieren de constancia y, para ser constante es fundamental ser flexible con una/o mismo. Reconocer las propias limitaciones y descansar ayuda a que se retome el camino con determinación. No se trata de llegar primero, con prisas y ansiedad, se trata de alcanzar la meta, disfrutando el proceso.



Los anti propósitos: Una mirada innovadora de los objetivos para el nuevo año

En los últimos años ha surgido una propuesta desde las epistemologías relacionales que puede ser interesante de conocer, tomar en cuenta y que socializamos, a menudo, con nuestras/os consultantes.  Se trata de los “anti propósitos”.

Este es un objetivo que una persona se plantea dándose permiso para ser flexible y no cumplirlo. Se piensa, sobre todo, en esas acciones que se repiten a lo largo del tiempo (como los hábitos) sin saber por qué y que, sobre todo, no producen ningún tipo de gratificación.

Se trata de ubicar los comportamientos no deseados o las cosas que queremos cambiar, en lugar de plantearse algo nuevo, distinto, que no conocemos y que, por lo mismo, no sabemos cuánto esfuerzo requiere o qué costo tendrá su consecución.  

Por ejemplo, en vez de decir: voy a bajar de peso. Se propone decir: “voy a hacer cosas para sentirme en mejor estado físico” o “me propongo darle más importancia a mi bienestar físico y emocional”. Finalmente, se trata de poner en la mira los comportamientos que quiero cambiar en lugar de metas específicas.

Algunas pistas para formular anti propósitos para el nuevo año son: 

Reconocer que las recaídas son una posibilidad y que es normal y natural que haya algo de resistencia a las transformaciones.  Por ello es importante mantener el compromiso consigo mismo y apoyarse en otros para persistir. 

Antes de planteárselo es bueno preguntarse: ¿para qué sirve el anti propósito en el contexto y tiempo presente? Si no hay respuestas para estas preguntas es mejor plantearse otro anti propósito, porque lo más probable es que no se concrete el objetivo.

El anti propósito está dirigido a comportamientos, actitudes y formas de hacer, no a resultados específicos.  Por lo mismo, permite que la transformación sea duradera en el tiempo.

Los anti propósitos deben ser pocos. No se trata de hacer muchas transformaciones, sino, más bien, de concretar las que realmente son importantes, interesan y van en beneficio propio y de las personas con las que se comparte.

El anti propósito debe estar centrado en transformar dinámicas que no aportan, que no son interesantes, que entorpecen la vida cotidiana, más que en adquirir nuevos hábitos o comportamientos porque esto demanda más energía y recursos.  

Las transformaciones radicales y en corto tiempo no existen. Subdividir el anti propósito en partes puede ayudar a visibilizar mejor la transformación, ratificar el camino o rectificarlo.

Hacer evaluaciones constantes del proceso (del camino que se está recorriendo), no centrar la evaluación en el resultado que quiero obtener.

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